Hoy celebro mi onomástica. Es San Eugenio, San
Eugenio “el paria” porque es el Obispo y Confesor. Nada que ver con el rimbombante
San Eugenio de Toledo que todos los “Eugenios” que conozco celebran el próximo
día 15. Mi abuelo, a quien no conocí y que debió ser un hombre singular, lo
celebraba el 13 de noviembre y a su primer nieto (ése era yo) le tocó seguir
haciéndolo como herencia. Yo decidí no continuar con la tradición. Creo que los
nombres han de ser elegidos no por un “es que nos gusta” sino que deben tener
detrás una historia, una motivación de peso y yo la tengo. Mi único hijo varón
se llama Jesús, a causa de la devoción que mi mujer y yo sentimos por el
Nazareno de Úbeda. Lleva ya 20 años con ese nombre y cada día me parece más bonito.
Eugenio es un nombre poco común, con el que cuesta
trabajo convivir hasta que te acostumbras. Es uno de los inconvenientes que
tiene el que otros te elijan el nombre. Recuerdo que, hace unos 40 años, mi
suegra le preguntó a su hija si no había podido buscarse un novio con un nombre
más normal. Supongo que ella hubiese preferido a un Pepe, un Juan o un Antonio,
como mucho a un Paco Luis. Lo cierto es que mi suegra siempre me lo puso
complicado, hasta que se dio cuenta de que algunos de los que llegaron tras de
mí, con más pedigrí y mayor abolengo, eran un fraude. Creo que fue entonces
cuando dejó de importarle que me llamase Eugenio. Ahora me llama “Eu”. El caso
es no claudicar. ;-)
En mi casa siempre se celebraron más los santos que
los cumpleaños. Simple tradición católica. Yo lo sigo haciendo así, porque soy
muy tradicional y todo lo católico que puedo. Cuando se llega a cierta edad
cumplir años no es ningún chollo, aunque no cumplirlos sería inmensamente peor.
Hoy es mi santo y voy a celebrarlo con mi mujer
(¿con quién mejor?), en la intimidad de mi casa y de forma sencilla, con
austeridad pero con cierta alegría interior. Me siento un poco protagonista
porque mi familia y algunos amigos se acordarán de felicitarme. No es tan
sencillo recordar que hay un San Eugenio un 13 de noviembre, cuando además
queda eclipsado por San Diego, que es un santo con mayor número de seguidores. Recordarlo
tiene su mérito y por eso lo agradezco en el alma. En el trabajo hay una a la
que no se le escapa la fecha. Sabiéndolo, aprovecho para llevar unos dulces que
sirven de desayuno.
Hace ya años que me acostumbré a vivir con mi nombre
e incluso me agrada llevarlo. Creo que tiene cierta prestancia y personalidad. Se
sale de lo que es común. Claro que si lo desligo de mí me parece un nombre
raro, aunque peor sería llamarse Quinciano que también se celebra hoy.
Lo dicho… que hoy es mi santo y que estoy feliz. A
ver si esta noche la jefa me saca y me invita a algo, ¿o tal vez tendría yo que
invitar? Voy a ver si llevo dinero. Para eso soy muy despistado.
Felicidades a todos los “Diegos” con los que mantengo
relación a través de mi muro de Facebook. Felicidades a los “Quincianos” (no
me suena tener ninguno en ese muro) y si hay por ahí algún despistado que celebre
hoy San Eugenio (Obispo de Cartago y Confesor), felicidades también para él (o
para ella, si es Eugenia).
¡Vamos por este viernes tan onomástico!
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