Hoy es noche de Reyes. Es noche de ilusión, de desvelos, de
magia y de larga vela. Es noche de niños y de adultos. Es la noche de los niños
que fuimos y de los adultos que, desde la barrera, vemos disfrutar a los
protagonistas de hoy.
Un caballo de cartón, mi primera bicicleta y un fuerte
apache vuelven hoy a mi memoria, como si aquello hubiese sucedido ayer. La vida
pasa implacable y en este cuerpo de hombre entrado en años sigue habitando el
alma de aquel niño que nunca he querido dejar de ser.
Hoy es noche de Reyes y volveremos a dejar nuestros zapatos
junto al balcón y la copita de anís para Sus Majestades, como lo hicimos cuando
éramos fieles a la magia y ajenos al consumismo de Amazon o de un Corte Inglés
que nos cogía muy lejos.
Que esta noche Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente
dejen en vuestros zapatos la ilusión por la vida y el amor por la gente. Que
inunden vuestros balcones de trabajo y de salud y que volvamos a escribirles la
carta, el año que viene, con esa emoción que nunca nos ha abandonado porque
nacemos niños y niños morimos.
¡Feliz noche!
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