Hablando del tema Parot, creo que a quienes habría que pedir responsabilidades por esas ofensivas e indignantes excarcelaciones es a los políticos. Ellos no modificaron la ley en su momento, para aumentar las penas por delitos de terrorismo y de aquellos polvos llegaron estos lodos. Lo que ha dicho el tribunal europeo es simplemente que hicieron una chapuza, para intentar remendar aquel tremendo error, porque no puede aplicarse una sentencia, "la Parot", con efectos retroactivos a otros presos ya juzgados, condenados y que conocían perfectamente los años que permanecerían en prisión. Después de leer mucho sobre el tema, he llegado a la conclusión de que esta sentencia se ajusta exhaustivamente a la ley. Una cosa es lo que nos pide el cuerpo y la otra la aplicación de la ley. Si en democracia empezamos a hacer lo que nos pide el cuerpo esto sería una anarquía. El ver salir de prisión a esa gentuza, que celebra su libertad brindando en los bares, a mí me revuelve las tripas, (que son vísceras), pero siempre procuro no pensar con las vísceras. Si hay que reformar la ley se reforma, pero chapucearla, haciendo trampas, nos deja casi a la altura de los asesinos y nosotros estamos moralmente muy por encima de ellos.
Cuando, hace treinta y seis años, yo empecé a trabajar había niños que no asistían a clase. Estaban matriculados, los teníamos en lista pero teníamos asumido que jamás aparecerían por el aula. Sus padres no valoraban la ecuación, no apreciaban el estudio, ni la formación y no los mandaban al colegio. Entonces el no asistir a clase no tenía consecuencias y se quedaban por la calle, cometiendo pequeños delitos o apedreando perros. Luego se impuso la asistencia obligatoria al colegio y no les quedó otra que entrar en las aulas, si no querían ver a sus padres sancionados. Hoy este tipo de alumnado, (también sus padres), sigue sin tener el más mínimo interés por la educación y el estudio, pero acude a clase porque necesita un certificado de asistencia para acceder a cualquier subsidio, ayuda o subvención, que pagamos religiosamente los contribuyentes. Capítulo aparte merecería la actuación de algunos Trabajadores Sociales, que adjudican las ayudas públicas, sin exigir contrapartid...
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