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Mostrando entradas de julio, 2011

LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS

Cuando Mercedes Dueñas me llamó por teléfono no le salía la voz del cuerpo. Extrañada, al ver que Cruz de Guía no se había hecho eco de la noticia, me preguntó si no me había enterado del trágico suceso. Mercedes me contó que don José Araque había muerto y yo me desplomé sobre la cama de la habitación de mi hotel. “Es una putada”, fueron las tres únicas palabras que pude articular, mientras Mercedes seguía narrándome los hechos. Mi cara debió mudarse hasta el punto de que mi mujer me preguntó, mientras yo todavía hablaba por teléfono, qué era lo que sucedía. “Don José Araque ha muerto”, le contesté. Con los pocos datos de los que disponíamos, seguramente por deformación profesional, a mi mujer sólo se le ocurrió añadir: “si es que no se cuidaba…”. Cuando le proporcioné toda la información que Mercedes me había aportado, añadió: “don José era una buena persona. No se merecía tener una muerte como ésa”. A miles de kilómetros de Úbeda, la impotencia se multiplica y la sensación de pena y