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Mostrando entradas de 2017

SIN COMPLEJOS

Mientras tomo café, escucho a varios grupos de clientes hablar sobre la actualidad del país. Dalí, Blesa, Villar... son temas recurrentes. Estas conversaciones sólo me sirven para confirmar que el nivel de ignorancia de mis conciudadanos es enorme. Eso me resulta penoso, pero lo que más molesto resulta son la osadía y el atrevimiento de quienes pretenden sentar cátedra desde el más profundo desconocimiento. Es un mal endémico de nuestro país: aquí «todo el mundo entiende de todo» y opina sin complejos. Es gratis.

ÚBEDA ES CIUDAD DE SEMANA SANTA

Seguramente mi fama de persona díscola y rebelde ha hecho que, desde Diario Jaén, se acordasen de mí para pedirme que haga un poco de abogado del diablo, al hablar de la Semana Santa de Úbeda. A quien me lo ha pedido tampoco puedo negarle nada y aquí estoy para tirar piedras contra un tejado al que permanezco encaramado, desde hace 43 años, porque Jesús me buscó cuando yo caminaba por senderos sinuosos, para devolverme a casa, en un momento de mi vida en el que estaba absolutamente perdido. Fue una cofradía de Semana Santa la que me rescató de esas tinieblas y me hizo incorporarme a una Iglesia a la que tenía casi olvidada. Va a ser ésta una situación un poco forzada y embarazosa, porque tantos años en una hermandad sólo pueden enseñarte a amar a las cofradías hasta el extremo y a considerar a la Semana Santa de tu pueblo como la única posible en tu vida. Hay que rascar bastante para encontrar elementos negativos en la Semana Santa ubetense, aunque cuando has estado tan implic

HASTA SIEMPRE DON ANTONIO

Hace unos 33 años que me aficioné al carnaval gaditano, todo un mérito por mi parte si tenemos en cuenta que entonces no existía Canal Sur.  De los gaditanos me gusta su fino sentido del humor, su imaginación y un ingenio que no he conocido fuera de la Tacita de Plata, nada que ver con los sevillanos y a años luz, (ya conocen el tópico), de los granadinos. No me gustan los clones, que han ido apareciendo por una parte importante de la geografía nacional y que han hecho del carnaval de nuestros pueblos una ridícula imitación del que se hace por tierras gaditanas, no en vano la "asaura ubedí" o la atonía comprovinciana no son comparables al gracejo de los de Cádiz. La globalización se ha encargado de uniformar esta fiesta, extrapolándola a rincones que nada tienen que ver ni con el clima, ni con el acento, ni con el "modus vivendi", ni con el paisaje, ni con la forma de ser de sus habitantes. Ha ocurrido algo idéntico con las procesiones de Semana Santa.

NIÑOS ENTRE ALGODONES

Hoy me han faltado a clase cinco. Supongo que será por el frío. Cuando yo era pequeño, a los niños nos encasquetaban unas botas de goma y una capa impermeable azul, con su gorro y tuviésemos la edad que tuviésemos nos mandaban solos al colegio. Entonces los inviernos eran «como Dios manda», con sus nieves, sus fríos polares y sus buenos charcos en los que estrenar nuestras negras botas de goma. Aquellos inviernos ya no existen. Ahora son inviernos descafeinados, con suaves temperaturas y escasas precipitaciones y sin embargo mis alumnos prefieren quedarse en casa «no vaya a ser que...». Son niños y niñas criados entre algodones, con todos los consentimientos y todos los caprichos, para que no pasen penalidades y no se estropeen, de esos que se echan a llorar cuando reciben el primer palo de la vida, en lugar de remangarse y echarle un par. Nunca he pensado que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero sí estoy convencido de que si no les apretamos un poco las clavijas, se van a pasa