Mientras tomo café, escucho a varios grupos de clientes hablar sobre la actualidad del país. Dalí, Blesa, Villar... son temas recurrentes. Estas conversaciones sólo me sirven para confirmar que el nivel de ignorancia de mis conciudadanos es enorme. Eso me resulta penoso, pero lo que más molesto resulta son la osadía y el atrevimiento de quienes pretenden sentar cátedra desde el más profundo desconocimiento. Es un mal endémico de nuestro país: aquí «todo el mundo entiende de todo» y opina sin complejos. Es gratis.
Cuando el Presidente Obama telefoneó a Zapatero para informarlo de que España llevaba tiempo dando la nota en los mercados financieros internacionales y para comunicarle las medidas de reducción del gasto que debía adoptar, si no quería sacar a nuestro país del euro y hundirlo en el fango de la ruina económica, yo ya me temí lo peor. Pensé en que seguramente se acordaría de los funcionarios, “que ganamos mucho y trabajamos poco”, pero eso no me importó demasiado porque los funcionarios llevamos varios lustros perdiendo poder adquisitivo de manera escandalosa y ya estamos acostumbrados a que la Hacienda Pública asalte nuestra cartera con el descaro de quien sabe que nuestra nómina es fija y además transparente, con lo que desvalijarla con cierta periodicidad se ha convertido ya en toda una rutina. No se me pasó por la cabeza que el socialismo gobernante se atreviese con la exigua cartilla de los pobres pensionistas, porque estoy convencido de que quienes han dado una parte de su vida en...
Comentarios