Nadie puede atribuirse el derecho a cambiarnos la Úbeda de nuestra niñez. Los ciudadanos deben poder participar en el desarrollo urbanístico de nuestra ciudad y, muy especialmente, en todo lo que se refiere a la modificación del patrimonio histórico y artístico. Úbeda es Patrimonio de la Humanidad por lo que tiene y no por lo que esté por venir. Son frases que cualquier ubetense podría suscribir y que constituyen la base ideológica de la Asociación “Plaza Vieja” que se declara defensora de nuestra ciudad. Al hilo de esas frases creo que la asociación debería contar, en sus actos de protesta, con la asistencia de miles de ciudadanos y, sin embargo, sólo unas pocas decenas acude a las concentraciones.
Indagando en los motivos de estas ausencias, he llegado a la conclusión de que uno de ellos es la secular apatía y el endémico conformismo de mis paisanos. Ese ya se da por supuesto cuando se trata de citarlos a cualquier convocatoria reivindicativa. No obstante he podido constatar que existe una circunstancia que influye decisivamente en el escaso poder de convocatoria que tiene la Asociación. Me estoy refiriendo al uso sesgado y partidista que ésta hace de las transformaciones urbanas de nuestra ciudad. Su página de Internet sale muy mal parada tras un pormenorizado análisis. En ella existe una sección titulada “NUEVAS DENUNCIAS” en la que aparecen 48 fotografías con sus correspondientes pies de foto en los que se detallan “todos los males que aquejan a nuestro pueblo”. Dos escandalosas ausencias sorprenden al visitante: las obras en la superficie de la Plaza de Andalucía y la eterna restauración de la iglesia de Santa María de los Reales Alcázares. Pensando en que sólo se encuentran en ese hiperenlace las denuncias nuevas, uno sigue navegando por el resto de la web y verifica, con desagrado, que no existe mención alguna a ambos atentados arquitectónicos.
Lo de la Plaza de Andalucía no tiene nombre. Lo digo siempre que tengo la oportunidad. Aquello se hizo con tan mala sombra que no tiene ni un árbol, ni una planta, ni una fuente y los de “Plaza Vieja” callaron en su momento y siguen callando hoy. Llevo varias decenas de años, (¡qué vergüenza!), soñando con poder asistir a la misa de reapertura de Santa María y los de “Plaza Vieja” callan también ahora. A fin de cuentas se trata de una propiedad de la Iglesia Católica que se usará con fines religiosos. Quienes no sean creyentes puede que no la echen de menos aunque a mi, también como contribuyente, me indigna y me escuece que se haya “perdido” un buen puñado de millones en actuaciones desgraciadas, poco profesionales y opuestas a lo que debe ser una restauración rigurosa.
Tengo quebrado mi corazón de ubetense por la Plaza y por Santa María y la web que acabo de visitar calla. En dos asuntos tan graves sólo se puede callar de forma deliberada. Eso me parece un fraude y una inmoralidad. Hasta ahora sólo he escuchado a miembros de la Asociación quejarse de actuaciones muchas de las cuales estaban consensuadas con los vecinos. También los he oído dar “leña al mono” (“el mono” es Mendieta), con unos modales que me hacen intuir que se trata más de un intento de descabalgarlo que de sentarse a hablar civilizadamente con él. Pero el concejal Mendieta no fue responsable del fiasco de la Plaza de Andalucía ni de la tomadura de pelo de nuestra Iglesia Mayor. Tal vez por eso callan.
Cuando el Presidente Obama telefoneó a Zapatero para informarlo de que España llevaba tiempo dando la nota en los mercados financieros internacionales y para comunicarle las medidas de reducción del gasto que debía adoptar, si no quería sacar a nuestro país del euro y hundirlo en el fango de la ruina económica, yo ya me temí lo peor. Pensé en que seguramente se acordaría de los funcionarios, “que ganamos mucho y trabajamos poco”, pero eso no me importó demasiado porque los funcionarios llevamos varios lustros perdiendo poder adquisitivo de manera escandalosa y ya estamos acostumbrados a que la Hacienda Pública asalte nuestra cartera con el descaro de quien sabe que nuestra nómina es fija y además transparente, con lo que desvalijarla con cierta periodicidad se ha convertido ya en toda una rutina. No se me pasó por la cabeza que el socialismo gobernante se atreviese con la exigua cartilla de los pobres pensionistas, porque estoy convencido de que quienes han dado una parte de su vida en...