Hace un par de meses, al concluir el acto de presentación de la Campaña de Navidad de Alciser, el presidente de esta asociación empresarial increpaba al alcalde de la ciudad, ante varios testigos. Don Bartolomé González perdía, tal vez por vez primera, los papeles en sus muchos años al frente de los empresarios de Úbeda. A pesar de sus inclinaciones políticas, muy distantes de las del equipo municipal gobernante, el Sr. González siempre se había mantenido prudente y cauto. Había optado por una cohabitación de conveniencia en la que ambas partes, ayuntamiento y Alciser, se toleraban por la cuenta que a ambos les traía. En esta ocasión estaba por medio el vil metal y ante eso a don Bartolomé González le resultó imposible guardar las formas. Seguro que estará arrepentido. Al parecer el ayuntamiento había incumplido unos compromisos económicos, adquiridos con la patronal ubedí y don Bartolomé se lo recriminó en público y de manera agria al Sr. Pizarro.
Este desgraciado incidente me llevó a reflexionar sobre la arcaica mentalidad de muchos de nuestros conciudadanos. ¡Agua y subvención! gritan alborozados los olivareros del Nissan Patrol cuando ven caer las primeras gotas de la temporada. Hay subvenciones a la pesca, a la ganadería, a las empresas y a no sé cuántas cosas más. Subvenciones, por ejemplo, que sirven para aumentar en nivel de vida de algunos compañeros míos, funcionaros de carrera, que heredaron de sus padres algún olivarillo. Este es el país del subsidio, de la subvención y de la sopa boba. Todos quieren mamar de la teta de la vaca pero esa vaca se está quedando cada vez más escuálida. A los ayuntamientos cada vez llegan menos fondos y se les aumentan las competencias. A la Unión Europea cada vez se arriman más pedigüeños y lo que un día fue una tarta de bodas ya es hoy un pastel de cumpleaños. Siguiendo con el símil pastelero, creo que dentro de poco sólo quedará un tocinillo de cielo para repartir.
No me parece bien que con mis impuestos haya que primar a los empresarios para que incrementen sus cuentas de resultados. Es cierto que las empresas son fuente de riqueza, de puestos de trabajo y de prosperidad para la ciudad y por eso los ayuntamientos deben ser meramente facilitadores de la actividad empresarial y no financiadores. En Úbeda el consistorio va a cambiar, a petición de Alciser, la normativa sobre instalación de las terrazas de los bares, también se podría revisar la distribución del alumbrado navideño para beneficiar al comercio. Todo eso me parece correcto pero lo de poner la mano es claramente un abuso.
Los empresarios y las asociaciones que los representan deben tener autonomía financiera y dejar las ayudas municipales para los parados, los mayores con pensiones ridículas, las mujeres maltratadas y los colectivos desfavorecidos, que todavía abundan en todas las ciudades. Esos son los verdaderamente necesitados y con quienes se ceba esta sociedad insolidaria y sin sentimientos. Engordar el bolsillo de los empresarios con el dinero de los ciudadanos no debe ser competencia de las administraciones públicas.
Posdata para el Director de Radio Úbeda:
Amigo Manuel: sé que Alciser tiene en la emisora de tu dirección un programa quincenal que supongo paga religiosamente. Si ves que con estas líneas me he metido en muchos charcos me lo dices y lo dejamos. No creas que estoy incrementando mi nómina de amigos con estas colaboraciones.
El pasado mes de enero Zapatero presentaba, a bombo y platillo, su “Plan Español de Estímulo de la Economía y el Empleo” al que, para abreviar, el Gobierno ha denominado “Plan E”. Con él se dotaba a los ayuntamientos de unas partidas económicas de carácter extraordinario, en razón a su número de habitantes, para realizar obras en los pueblos y ciudades de España, a la vez que se pretendía aprovechar estos fondos para crear empleo. Yo al “Plan E” siempre le concedí el beneficio de la duda ya que, si bien es cierto que gracias a él van a acometerse muchas obras que seguramente de otra manera no se harían, no es menos cierto que el empleo a crear será escaso y durará muy poco en el tiempo, lo cual no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana. Hoy en día, con la mayoría de esas obras en marcha y vistas las empresas a las que dichas obras han sido adjudicadas, estoy convencido de que el famoso plan no es más que otro conejo que el ilusionista ZP se saca de su concurrida chistera como me
Comentarios
Y González va ya de personaje público y representante de entidades empresariales y como tal obra. Los intereses de los empresarios pasan siempre por chupar de la ubre pública, subvenciones y otras cosillas, y de acuerdo se debe estar en que es demasiado el recurso, cuando al revés, si existen ganacias y beneficios ya es mucho más difícil el que algo de esto pase a las arcas ciudadanas. Cuando se acaben las fontanillas y se agosten los caudales se verá bien quienes eran empresarios creadores de desarrollo y riqueza y quienes solo buscaban su beneficio personal.
Por desgracia así ha sido siempre.