
Hace unos días me encontraba yo en la cocina, preparando una tortilla de coliflor, cuando, de forma repentina, empecé a percibir un repugnante hedor. Por más que acercaba la nariz a la sartén no conseguía concluir que el mal olor procedía de ella. Una rápida mirada inspectora me ayudó a localizar el foco de la infección: era en el techo, en los altavoces del hilo musical conectado a Radio Úbeda. Por ellos arrojaba basura don Marcelino Sánchez a cuenta de la última reunión de “la Comisión de Juan Palomo” que dice reactivará la antigua Academia de la Guardia Civil de Úbeda. Recordarán lo de Juan Palomo: ellos se lo guisan y ellos se lo comen.
La verdad es que no sé por dónde empezar con este tema. Hay mucha tela que cortar y mi espacio es pequeño. A ver si soy conciso…
Decía don Marcelino que la Academia se abrirá para unos 600 suboficiales y que muy pronto tendrán lugar las imprescindibles conversaciones entre los estamentos que integran esa comisión y el ayuntamiento de Úbeda al que, por cierto, han excluido de la misma. Espero que no haya sido por razones de operatividad. Hablaba el señor Sánchez con tal convencimiento de los contactos comisión-ayuntamiento que deduje estaba pensando en ganar las próximas elecciones y convertirse así en el interlocutor municipal. No sé… me parece que es correr mucho y apostar demasiado fuerte. Todo el bagaje político que le conozco es el de haberse “cargado” la Plaza de Andalucía, lo cual no debe ser suficiente como para alcanzar el honor de ostentar el cargo de alcalde de Úbeda.
Continuó hablando de recalificaciones de terrenos, de dinero, de metros cuadrados y de realizar “el truco del almendruco”, eso lo deduje yo, para que a la Dirección General de la Guardia Civil le salga todo gratis a costa de los ubetenses.
Terminé tirándome por los suelos cuando lo escuché afirmar que las instalaciones deportivas de la Academia serían utilizadas por “la ciudadanía”, que es como llaman los socialistas a los que siempre hemos conocido por ubetenses. ¿Se imaginan ustedes la estampa?: mi vecina con los nenes, la sombrilla y el bronceador entrando allí a bañarse o a mi hijo, con el balón y un grupo de amiguetes “echando un partidillo”. Lo que no dijo es si dejarán entrar fiambreras con tortillas de patatas. Eso me mosqueó un poco. A mi me gusta mucho la tortilla de patatas. Intuyo que don Marcelino Sánchez no hizo “la mili” porque desconoce la severidad de las medidas de seguridad que se aplican en un recinto militar, máxime en los tiempos que corren. Quiero intuir esto porque si pienso que ha intentado tomarnos el pelo con esa afirmación… entonces directamente me cabreo.
No pude resistir mi indignación. Apagué la radio y me puse a buscar las razones por las que don Marcelino Sánchez es miembro de una comisión de tan alto nivel en la que, como mínimo, nuestra Diputación debería estar representada por su Vicepresidente. Muchos estamos hartos de encontrarlo hasta en la sopa, en actos en los que alguien lo mete con calzador porque nadie sabe muy bien qué pinta allí. Sí, ya lo sé… quieren promocionarlo como sea de cara a las elecciones municipales pero creo que sus asesores equivocan la estrategia. Si los votantes terminan empachados de don Marcelino y de sus tomaduras de pelo, pueden sufrir una reacción alérgica, lo cual sería contraproducente para su partido.
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