
Los más finos analistas de los medios de comunicación locales han dado ya sus razones para justificar la vuelta al gobierno municipal de la izquierda y el descenso escandaloso del Partido Popular. Yo de política entiendo muy poco pero me basta hablar con unos y con otros para ir depurando las impresiones recogidas y tras un proceso de decantación llegar a obtener dos o tres motivos, en los que casi todo el mundo coincide, para justificar el drástico cambio que la configuración del mapa político ubetense acaba de sufrir.
Con respecto a las elecciones de 2003 el PSOE ha incrementado sus votos en 596, IU en 261 y el PA ha perdido 227 votantes, con la particularidad de que IU ha obtenido su segundo concejal, en detrimento del PA, por el exiguo margen de 6 votos. En los vaivenes que se producen dentro del juego democrático, todas esas cifras entran dentro de lo normal. Lo que resulta un fenómeno poco común es la pérdida de 1.477 votos que ha sufrido el Partido Popular con respecto a las anteriores municipales. Resulta evidente que la abstención de casi un 36% ha perjudicado a los populares. Me gusta ese dato. Sirve para desmontar esa falacia que viene a decir que la abstención siempre perjudica a la izquierda. Yo jamás lo he creído y ahora se ha demostrado que no es cierto.
El alcalde don Juan Pizarro, derrotado y abatido, se ha apresurado a salir a los medios para decir que los ubetenses no queremos las obras ni la modernización de la ciudad, sino que preferimos que se nos prometan cosas que jamás se cumplirán. Me parece un balance muy poco autocrítico y que insulta a la inteligencia de sus conciudadanos. Yo, que al ver los toros desde la barrera puedo hacer un análisis más frío y menos pasional, creo que han sido tres los motivos que han ocasionado la debacle del PP.
- El primero es el agotamiento de la lista electoral de los populares. La renovación en la misma ha sido escasísima y ha estado mal enfocada. Dos de los concejales más valorados por los ubetenses han sido condenados al ostracismo. Uno ha quedado fuera de la lista y el otro relegado a posiciones imposibles. Por el contrario ha entrado, en puestos de privilegio, gente con un historial político desconocido y de dudoso tirón electoral. Se hace imprescindible la jubilación de la vieja guardia y la confección de una candidatura integradora compuesta por algunos de los que están, por los que desde hace años realizan su particular travesía del desierto y por caras nuevas que no recuerden la debacle de 2007.
- En segundo lugar ha perjudicado al PP el excesivo protagonismo del concejal Mendieta, controvertido, polémico y en ocasiones excesivamente agresivo, que ha estado en todos los “fregaos”, (en los buenos y en los malos), dando más la sensación de ser alcalde que el simple miembro de un partido minoritario.
- Por último señalar que han sido muchos los votos perdidos en la zona de la Explanada. Un error estratégico ha sacado a la luz, cuando menos convenía, un delicado proyecto que ha puesto en pie de guerra a los vecinos de una zona que era vivero de votantes populares.
Los logros de la coalición PP-PA han quedado ahí pero la mujer del César además de ser honrada ha de parecerlo y los ciudadanos también valoran las formas. Un cero para quienes, desde la sombra, han diseñado las estrategias políticas de ambos partidos a lo largo de los últimos cuatro años.
Pizarro no volverá a ser candidato a la alcaldía y Mendieta, con mal estilo y sin guardar esas formas que son tan importantes, se ha marchado a su trabajo antes de dar el relevo a la nueva corporación. Dicen que ambos se han ido del consistorio por la puerta de atrás pero eso no debe ser motivo de preocupación. Recuerden que don Marcelino Sánchez hizo lo mismo hace cuatro años.
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