Ir al contenido principal

LA AUTOVÍA DE LA SEÑORITA PEPIS

La última tomadura de pelo que ha hecho Zarrías a los ubetenses, antes de largarse a Madrid, ha sido la de venir a inaugurar la “autovía” entre nuestra ciudad y la vecina Baeza. Hace unos días me acordé de él, mientras circulaba por esa vía. Ya hay que ser incompetente para construir ese engendro que une ambas ciudades, pero se necesita ser todavía más cínico cuando nos la venden como autovía, tratándose sólo de una vía con dos carriles en cada sentido.

El Ingeniero de Caminos Antonio Valdés, en su libro “Ingeniería de Tráfico”, define autovía como “Vía de calzadas separadas, sin cruces a nivel, con control total de accesos, utilizable sólo por vehículos motorizados y proyectada con características geométricas correspondientes a velocidades elevadas”. El libro fue escrito en la década de los sesenta, lo cual me produce una vergüenza sin límites, al comprobar que durante el franquismo tenían bastante más claro que ahora lo que es una autovía o, en todo caso, que en estos asuntos de las infraestructuras, Andalucía no ha mejorado mucho con respecto a aquellos tiempos franquistas. Resulta curioso ver cómo lapidan a quienes manifiestan que Andalucía es una región atrasada, con respecto a muchas otras de nuestro país, pero creo que asuntos como éste sólo vienen a demostrarlo. Creo que los andaluces, (en especial los jiennenses), somos también sumisos, conformistas y tenemos escaso espíritu crítico porque prácticamente nadie ha alzado la voz en contra de este bodrio que nos han construido y que no deja de ser un timo.

Desde Úbeda a Baeza existe una limitación de velocidad de 80 kilómetros por hora, salpicada de señales que obligan a reducirla a 60 y a 40 por hora. Hay además cuatro rotondas, que resultan un peligro evidente para la circulación y que posiblemente van a causar más de un accidente y más de dos. Esas rotondas podrían haber sido elevadas, para que quienes van camino de Baeza o en sentido Jaén hubiesen podido pasar por debajo, sin interrumpir la marcha. Hoy por hoy se tarda más en ir desde Úbeda a Baeza que hace cinco años porque, además, no se pueden realizar adelantamientos sin saltarse las normas. Sin ir más lejos, yo he tenido que realizar todo el trayecto detrás de un camión que circulaba a 80 km/h. No he podido adelantarlo porque de hacerlo hubiese infringido las normas. Para colmo estos caminos de vacas, que nos venden como autovías, resultan muy atractivos para la DGT que suele colocar radares con fines recaudatorios. Ya lo verán…

Creo que si siguen empleando los mismos criterios constructivos, el trazado entre Baeza y Mancha Real quedará salpicado de rotondas y limitaciones sin sentido que podrían doblar el tiempo en que hace unos años se podía ir desde Úbeda a Jaén. ¡Ésa es la Andalucía imparable!

La pena es que esta ruta no es una excepción porque la que une Mancha Real con Jaén, siendo de nuevo trazado, tiene una limitación de 100 kilómetros a la hora.

Es triste que la Junta de Andalucía haya optado por la construcción de estas “autovías de la señorita Pepis” al paso por nuestra provincia, pero resulta mucho más deprimente y penoso que traguemos, callemos y encima nos bajemos los pantalones. Yo me desmarco. Nunca he sido partidario de aborregarme entre la masa. Estas “autovías” son una mierda. Lo lanzo desde aquí a los cuatro vientos. Quien tenga oídos que oiga.

Comentarios

Simon ha dicho que…
Comparto tu misma opinion, ¿en que autovía se ha visto que en un tramo de 8 kilómetros haya 4 rotondas?, solo en la nuestra, porque somos especiales...

Entradas populares de este blog

VOLVER

  Hace tiempo que me vi sorprendido por la inclusión en un grupo de Whatsapp. Un antiguo compañero lo había creado para convocarme a una quedada (con q que ya somos mayores para otro tipo de grafía). Trataba de juntar a todos los compañeros y compañeras de mi promoción de Magisterio en la especialidad de Francés. Paco, con minuciosidad y paciencia infinitas, fue localizando a todos y cada uno de los integrantes de aquella promoción, ayudado por la cierta facilidad que hoy proporciona Internet y sus redes sociales. Ya se sabe que el que no está en Internet no existe, como me gusta decir a mis alumnos. Al principio tomé la iniciativa con cierto escepticismo. He de reconocerlo. No sabía si Paco sería capaz de ponernos en órbita y en todo caso no tenía muy claro que me apeteciese echar una mirada tan atrás. Conforme los mensajes se fueron sucediendo en el grupo, fui sintiendo una enorme curiosidad por volver a ver a quienes habían sido compañeros y compañeras de años de estudio ...

DICEN QUE LA DISTANCIA ES EL OLVIDO

Cuando el Presidente Obama telefoneó a Zapatero para informarlo de que España llevaba tiempo dando la nota en los mercados financieros internacionales y para comunicarle las medidas de reducción del gasto que debía adoptar, si no quería sacar a nuestro país del euro y hundirlo en el fango de la ruina económica, yo ya me temí lo peor. Pensé en que seguramente se acordaría de los funcionarios, “que ganamos mucho y trabajamos poco”, pero eso no me importó demasiado porque los funcionarios llevamos varios lustros perdiendo poder adquisitivo de manera escandalosa y ya estamos acostumbrados a que la Hacienda Pública asalte nuestra cartera con el descaro de quien sabe que nuestra nómina es fija y además transparente, con lo que desvalijarla con cierta periodicidad se ha convertido ya en toda una rutina. No se me pasó por la cabeza que el socialismo gobernante se atreviese con la exigua cartilla de los pobres pensionistas, porque estoy convencido de que quienes han dado una parte de su vida en...

VIOLENCIA Y PARASITISMO EN LA ESCUELA

Cuando, hace treinta y seis años, yo empecé a trabajar había niños que no asistían a clase. Estaban matriculados, los teníamos en lista pero teníamos asumido que jamás aparecerían por el aula. Sus padres no valoraban la ecuación, no apreciaban el estudio, ni la formación y no los mandaban al colegio. Entonces el no asistir a clase no tenía consecuencias y se quedaban por la calle, cometiendo pequeños delitos o apedreando perros. Luego se impuso la asistencia obligatoria al colegio y no les quedó otra que entrar en las aulas, si no querían ver a sus padres sancionados. Hoy este tipo de alumnado, (también sus padres), sigue sin tener el más mínimo interés por la educación y el estudio, pero acude a clase porque necesita un certificado de asistencia para acceder a cualquier subsidio, ayuda o subvención, que pagamos religiosamente los contribuyentes. Capítulo aparte merecería la actuación de algunos Trabajadores Sociales, que adjudican las ayudas públicas, sin exigir contrapartid...