
Acabo de volver a darme cuenta de lo viejo que me hago. He recordado que, allá por 1986, compré mi primer ordenador y repasando sus características técnicas no me ha quedado más remedio que reconocer que la vida pasa inexorablemente aunque, en esto de la informática, no cualquier tiempo pasado fue mejor. Hace ya de esto 24 años.
Mi AMSTRAD PC1512 tenía un monitor monocromo, con una rudimentaria resolución y ni siquiera poseía disco duro. Los ordenadores no lo tenían entonces. Había que ponerlo en marcha, desde la disquetera, con un enorme disquete, de cinco pulgadas y cuarto, que llevaba en su interior el célebre MS DOS de Microsoft y cuyos restos perduran todavía en mi flamante HP con Windows 7. Los discos de tres pulgadas y media llegaron como algo revolucionario y más tarde los CD-R y los DVD, (como dispositivos de almacenamiento externo), supusieron un importante salto. Estos últimos, a pesar de la reciente aparición del Blu Ray, siguen siendo elementos con plena vigencia. La conexión a Internet, (primero con RTB, luego con RDSI y en último lugar con su ADSL), vino a confirmar la existencia de un mundo virtual para el que no existen fronteras.
He recorrido todos los anteriores pasos, casi a una velocidad de vértigo, aunque hayan transcurrido 24 años y he podido comprobar que todas esas pequeñas revoluciones no son nada, comparadas con acontecimientos como el de hoy, día 28 de mayo y es que, precisamente hoy, acaba de ponerse a la venta el muy esperado iPAD de la marca de la manzana. Apple ha lanzado al mercado un “revolucionario” dispositivo que se comporta como un ordenador portátil, que tiene casi plena conectividad, pero que es mucho menos voluminoso. Mediante su pantalla táctil podemos navegar, enviar correo-e, ver fotografías, películas o leer un libro, simplemente moviendo un dedo. Con un elegante diseño, solamente pesa 680 gramos y tiene algo más de 13 mm de grosor.
El aparatito funciona tanto en vertical como en horizontal y posee multitud de aplicaciones que lo convierten en una herramienta dirigida tanto al ocio como al trabajo, aunque los elementos de ocio primen sobre los laborales. Enumerar todas sus posibilidades nos llevaría todo un día, pero destaca especialmente su conexión wifi, así como la posibilidad de engancharse a Internet, desde cualquier lugar, mediante contrato con una operadora de telefonía móvil.
A pesar de que el magnate de Apple, Steve Jobs, definía su precio como “rompedor”, éste me parece algo prohibitivo, aunque todas estas cosas terminan, con el tiempo, abaratándose: los modelos con wifi van desde 479 a 679 euros y los equipados con wifi y 3G oscilan entre los 579 y 779 euros. Un poco caro como para darse el capricho, por el momento. A pesar de ello hoy había colas para contar que “yo lo compré el mismo día en que salió a la venta” y se han agotado las existencias en casi todos los distribuidores.
Lo peor de este ingenio es que le vamos a regalar uno a cada uno de nuestros parlamentarios europeos. Serán 736 equipos que nos costarán 5 millones de euros y es que la crisis sólo existe para funcionarios y pensionistas, nunca para los jetas de los políticos.
Comentarios