Me ha dicho la madre de un alumno que su hijo no tiene que hacer deberes en casa, por la tarde, y que tampoco tiene que estudiar. Dice que los niños lo que tienen que hacer es estar en la calle y jugar con otros niños, durante toda la tarde porque ella, además, no puede estar pendiente de él para asesorarlo o simplemente para conseguir que se siente, durante una hora, delante de un cuaderno o de un libro. A pesar de lo dicho, a ella no se le conoce trabajo fuera de la casa. Como me lo ha dicho en un tono agresivo y amenazador, yo sólo le he contestado: “muy bien, usted es la experta”. A base de recibir palos, he aprendido a no contradecir a este tipo de madres porque, además de perder el tiempo, uno se expone a un insulto, a una denuncia, a un empujón o a un guantazo. Además la Consejería de Educación no deja claro si los niños deben hacer deberes en casa. Hay un cierto vacío legal, que recomienda que no se manden deberes aunque, por otro lado, la Consejería vende a bajo precio, tres horas de conexión a Internet, en horario de tarde, para que los niños hagan las tareas del colegio con su ultraportátil. Yo, para cubrirme las espaldas, (que, en estos casos, casi es lo único que me interesa ya), le he dicho al nene que trabaje mucho en clase y que lo que le quede pendiente… que no importa, que él lo que tiene que hacer por las tardes es jugar en la calle y dejar “a su mama” enganchada a lo que sea, da igual que sea una novela televisiva o que se trate de otra cualquier cosa. Lo malo de todo es que mañana puede venir, volviéndome a amenazar, porque discrimino a su hijo, que no lleva deberes a casa, mientras sí que los llevan sus compañeros. Hoy por hoy, a los docentes nos pilla el toro de cualquier forma. Abandonados por los políticos que diseñan la leyes educativas y ultrajados por una parte de la sociedad, la única opción que nos queda es predicar en el desierto y recordar, no sin cierta nostalgia, lejanos tiempos en los que un padre te decía: “apriétele usted al zagal, que no quiero que pase las penalidades que yo estoy pasando”.
Aunque éste “de la madre pedagoga” puede ser un caso un poco extremo, lo cierto es que cada vez son más los padres que no quieren que a sus hijos “se les apriete”, se les exija y se les haga trabajar. Cada vez son más los que dicen que el niño lo que tiene que estudiarse son “los cuadritos amarillos del libro” porque el resto del texto son tonterías y que “los cuadritos amarillos” son lo verdaderamente importante, como si los libros de texto no fuesen ya lo suficientemente parcos y sus contenidos reiterativos y poco novedosos año tras año.
Asuntos como éste, que se vienen dando con más frecuencia de la deseada de unos años esta parte, me han hecho reflexionar sobre la sociedad que estamos formando, cuyos miembros tendrán que sacar a flote al país dentro de unos años y que quieren llegar, no sé dónde, pero siempre aplicando la ley del mínimo esfuerzo con la complicidad de bastantes padres y madres, unos padres y unas madres, muchos de los cuales malviven de la picaresca de la economía sumergida, de las ayudas y de los subsidios, acostumbrados a la cultura del “todo gratis” y que, extrañamente, valoran escasamente que sus hijos aspiren a algo mejor de lo que ellos tienen o que, en todo caso, quieren que alcancen mayores metas pero, eso sí, sin despeinarse mucho.
Estamos renunciando, a pasos de gigante, a la cultura del esfuerzo, al mérito, a ser competentes en algo, a entender que las cosas cuestan y a sacrificarnos para ocupar una posición mejor que la que han ocupado muchos de esos padres y de esas madres que, en el medio rural en el que trabajo, sobreviven a base del subsidio agrario, de jornales de aceituna y de las limosnas del PER. Para colmo, miramos la televisión y vemos el reflejo de esto que cuento en gentes a las que se las encumbra y se las admira y cuyo único mérito reside en haberse acostado con un torero o en haberse divorciado de un famoso tenista. Si miramos más arriba podemos ver a Leire Pajín, cuyo currículum laboral es bastante exiguo (por no decir nulo), como ministra del gobierno de España. Si estos son nuestros modelos, no vale la pena esforzarse y hasta puede que “la madre pedagoga” tuviese razón y fuese yo el equivocado.
Comentarios
Suscribo "de pe a pa" todo lo que expones en tu escrito, porque yo también desgraciadamente lo he vivido, no hace mucho tiempo.
Eso sí, expertos saldrán muchos de nuestros chicos y chicas en todo lo que la calle y los Medios les enseñan y que, la mayoría de las veces, es totalmente opuesto a lo que la escuela y las familias serias les enseñamos: expertos en pasar de todo, beber, fumar de todo,ir a la moda(¿..?),expertos en sexualidad y relaciones prematuras,en gastar sin control, en triunfar sin esfuerzo y como sea, etc...
Ahora bien, y sin ser derrotistas, ésa no es por suerte la "foto" de todos nuestros niños y jóvenes.
Como docente en la retaguardia ya, yo os animo a los que estáis en primera línea todavía a que no desistáis de vuestro empeño de seguir EDUCANDO a la vez que enseñando a las nuevas generaciones que la vida pone en vuestro camino.¡Es muy noble vuestra misión y muy trascendental!
¡¡NO OS RINDÁIS NUNCA!!
Un abrazo.
Cada vez creo en menos cosas, cada vez me importan menos cosas. Esto de la educación y de España y del futuro me importa, simplemente, porque me resisto a que el futuro de mis hijos sea el que los políticos han diseñado para ellos. Yo no quiero que mis hijos sean los camareros de los ingenieros daneses que vengan de vacaciones, ni los becarios de los carroñeros empresarios españoles, y si tengo una hija no quiero verla convertida en la puta de los obreros ingleses que veranean en Ibiza. Lo siento, pero me niego. Y creo que va siendo necesario organizar una protesta eficaz contra todos los que decididamente no apuesten por la educación y la escuela pública. Me cansa, me produce hastío, el debate de la educación en España: miren ustedes, lo más importante no es que en la escuela se enseñe religión o no, lo importante es que nuestros hijos se formen como personas y como futuros profesionales, como ciudadanos comprometidos con un proyecto común, que se formen en valores cívicos, en la ética de lo público. El partido que simplemente proponga eso debería contar con el apoyo explícito de todos los docentes y de todos los que creemos que la educación es lo más importante que tiene un país.
Saludos y... ánimo.
Este hombre decía que él no lo vería,pero que llegaría un día que la profesión de maestro llegaría a tener problemas para cubrir las plazas de los colegios, porque no habría dinero para pagar esta profesión.De momento esta "profecía" no se va a cumplir, pero quien sabe si algún día será más denostada aún de lo que está ahora.
Saludos y ánimo
Hay que distinguir entre las filias y las fobias políticas y el descomunal esfuerzo que día a día se hace en el mundo de la educación, que no desmerece en absoluto del que se hace en países como Francia o Italia.
No seamos tan derrotistas, por favor, eso sólo conduce a la melancolía.
Lo que tiene que hacer un profesor cuando llega la madre "pedagoga" es explicarle sus razones y aconsejarle que diga a su hijo que se adapte al centro en el que está. Eso sí, con buena educación, como sugiere Santa Barbara.
Me alegro de que vivas en el País de las Maravillas.
No sé de dónde sacas el asunto de las "filias y las fobias políticas". Debe haberte traicionado tu subconsciente. Aquí se trata el tema desde una óptica absolutamente profesional. Nada más (y nada menos).
No es sólo una opinión mía. Está generalizada entre mis compañeros y parece ser que también entre quienes han comentado la entrada del blog.
Saludos.
Mi única crítica es al uso del derrotismo como medio de transmitir un mensaje, que percibí en tu artículo y en alguno de los comentarios. Pero lamento haberla hecho. No se repetirá.
La crítica es enriquecedora y para eso están, entre otros muchos medios, los blogs y los foros de Internet, para que opinemos y podamos enriquecernos con el contraste de opiniones. No debes lamentar pensar de forma distinta a como aquí se ha hecho. Todo es respetable.
Claro que reivindico el esfuerzo que, a diario, realizan los docentes. Lo conozco por experiencia pues, tras las clases, dedico muchas horas en mi casa a preparar trabajo y localizar recursos digitales para reforzar el aprendizaje de mis alumnos. Detrás del rotafolios que cargo en una PDI, en dos minutos, hay muchas horas de trabajo en casa o de carretera, para realizar cursos de formación que me mantengan actualizado. El problema está en que muchos padres, evidentemente no todos, han descargado todo esa responsabilidad sobre la escuela y estoy convencido de que todos los que formamos parte de la comunidad escolar, también lo padres, debemos tirar del carro de la educación en la misma dirección.
Saludos.
No te puedo negar que siento algo de nerviosismo al leer este artículo y pensar como sera dentro de 20 años...yo en la flor de la vida profesional frente a un colectivo que seguramente no responda a ningun estímulo educativo.
Lo que me queda...
Con tu permiso lo enlazo a mi facebook
Como bien apunta Manolo Madrid, los valores que se transmiten hoy día a la sociedad -sobre todo juvenil- son tan deleznables y tan hueros, que uno no tiene por menos que envidiar sanamente a los países vecinos por hacer los deberes (nunca mejor dicho) mucho mejor que nosotros.
Eugenio, si aparece ese partido político que promulgue una vuelta a la tortilla en tema de educación, para allá irá mi voto. Aunque cada vez estoy más convencido de que no interesa tal empresa: demasiado esfuerzo...
Saludos.