Ha sido una decisión consensuada, pero por primera vez en mi vida he conseguido que este año, durante la cena de Nochebuena, no se encendiese el televisor en mi casa, así que no vi el discurso de Juan Carlos. Esta mañana he visto bastantes cortes del mismo en el canal 24 HORAS. Lo que he visto me parece sensato y muy pegado a la realidad que vivimos. Cualquiera sería capaz de escribir un discurso así, porque todo el mundo sabe cuál es la situación actual del país y conoce bien lo que la gente quiere escuchar. Yo creo que antes de escribirlo se dijo: "voy a hacer algo que no me deje en evidencia ante mis súbditos, que están muy cabreados" y posiblemente lo haya conseguido. No obstante él, como todos lo sabemos, sabe que todas esas buenas intenciones son sólo papel mojado, sin ninguna intención de convertirlas en realidad. Los políticos no son tontos: saben realmente cómo está el país y cómo nos sentimos los ciudadanos y por inútiles que sean, son capaces de plasmar en un papel esa cruda realidad. Otra cosa muy distinta es que no tienen la menor intención de cambiarla, porque a ellos les va bien así y les importa tres pitos que los demás estemos jodidos.
El pasado mes de enero Zapatero presentaba, a bombo y platillo, su “Plan Español de Estímulo de la Economía y el Empleo” al que, para abreviar, el Gobierno ha denominado “Plan E”. Con él se dotaba a los ayuntamientos de unas partidas económicas de carácter extraordinario, en razón a su número de habitantes, para realizar obras en los pueblos y ciudades de España, a la vez que se pretendía aprovechar estos fondos para crear empleo. Yo al “Plan E” siempre le concedí el beneficio de la duda ya que, si bien es cierto que gracias a él van a acometerse muchas obras que seguramente de otra manera no se harían, no es menos cierto que el empleo a crear será escaso y durará muy poco en el tiempo, lo cual no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana. Hoy en día, con la mayoría de esas obras en marcha y vistas las empresas a las que dichas obras han sido adjudicadas, estoy convencido de que el famoso plan no es más que otro conejo que el ilusionista ZP se saca de su concurrida chistera como me
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