La noche de la ilusión la llaman. Para algunos de nosotros sería una noche más, si no fuese porque nos alegramos con la felicidad de esos niños ajenos a quienes vemos mirar a los Reyes con cara de asombro. Estamos en tierra de nadie. Ni somos niños, que esperan a los Magos de Oriente, ni somos padres, que preparamos con amor y emoción los regalos de los hijos. Los nuestros ya están crecidos y creen en muy pocas cosas. Estamos en tierra de nadie. Lo hablaba esta tarde con un amigo. Nos queda esperar a los nietos para volver a ser protagonistas de los recuerdos que hoy ya no están. Cuando llegue ese momento supongo que seremos viejos. A ciertas edades todo nos cae mal: no ser niños, no ser padres y pensar en llegar a ser viejos. Es la vida, que pasa sin nuestro permiso, sin que nosotros le hayamos pedido que corra tanto.
El pasado mes de enero Zapatero presentaba, a bombo y platillo, su “Plan Español de Estímulo de la Economía y el Empleo” al que, para abreviar, el Gobierno ha denominado “Plan E”. Con él se dotaba a los ayuntamientos de unas partidas económicas de carácter extraordinario, en razón a su número de habitantes, para realizar obras en los pueblos y ciudades de España, a la vez que se pretendía aprovechar estos fondos para crear empleo. Yo al “Plan E” siempre le concedí el beneficio de la duda ya que, si bien es cierto que gracias a él van a acometerse muchas obras que seguramente de otra manera no se harían, no es menos cierto que el empleo a crear será escaso y durará muy poco en el tiempo, lo cual no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana. Hoy en día, con la mayoría de esas obras en marcha y vistas las empresas a las que dichas obras han sido adjudicadas, estoy convencido de que el famoso plan no es más que otro conejo que el ilusionista ZP se saca de su concurrida chistera como me
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