La gente le ríe la gracia al tal Francisco Nicolás Gómez Iglesias ("pequeño Nicolás", lo llaman). A mí, en realidad, no me hace gracia ninguna. Me parece un sinvergüenza y un farsante, un tipo sin ética y sin moral, un vividor, un fraude y un individuo sin escrúpulos. Si ya lo es, cuando todavía no ha salido del cascarón, no quiero imaginarme en lo que puede convertirse con, por ejemplo, veinte años más. Me pregunto si hay muchos tipos como éste en un país, como el nuestro, plagado de pícaros. Si les damos cancha, volveremos a tener una generación de dirigentes corruptos, deshonestos e indecentes. Si no los arrinconamos, los desprestigiamos, los catalogamos como merecen y los arrancamos de raíz, como si de una mala hierba se tratase, España seguirá siendo un país de conseguidores y de truhanes de los que nuestros hijos serán víctimas, como hoy lo somos nosotros de una clase dirigente, (no sólo hablo de políticos), mayoritariamente corrupta.
Hace tiempo que me vi sorprendido por la inclusión en un grupo de Whatsapp. Un antiguo compañero lo había creado para convocarme a una quedada (con q que ya somos mayores para otro tipo de grafía). Trataba de juntar a todos los compañeros y compañeras de mi promoción de Magisterio en la especialidad de Francés. Paco, con minuciosidad y paciencia infinitas, fue localizando a todos y cada uno de los integrantes de aquella promoción, ayudado por la cierta facilidad que hoy proporciona Internet y sus redes sociales. Ya se sabe que el que no está en Internet no existe, como me gusta decir a mis alumnos. Al principio tomé la iniciativa con cierto escepticismo. He de reconocerlo. No sabía si Paco sería capaz de ponernos en órbita y en todo caso no tenía muy claro que me apeteciese echar una mirada tan atrás. Conforme los mensajes se fueron sucediendo en el grupo, fui sintiendo una enorme curiosidad por volver a ver a quienes habían sido compañeros y compañeras de años de estudio ...
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