Ir al contenido principal

LA PICARESCA ESPAÑOLA



No entiendo por qué nos sorprendemos de que haya corrupción en los partidos políticos. Estos están pagando ahora el pato de estar en el candelero, porque sus miembros meten la mano donde no deben y lo están pagando porque, a causa de su actividad pública, están más expuestos a los medios que el común de los mortales. Pero no nos engañemos: no es un problema de los políticos. Se trata de un problema nacional (recordemos que el género literario de la novela picaresca nació en nuestro país). Creo que puede afirmarse que en España la corrupción es generalizada.

Por cuestiones que ahora no vienen al caso, raro es el día en el que no me entero de que alguna persona conocida, que ejerce una actividad profesional, no está dada de alta. Es como si no existiera para el fisco. No paga impuestos y no cotiza a la Seguridad Social. Solamente recibe ingresos. Es mucha más gente de la que creemos, es gente a la que tenemos por honesta y legal pero que se pasa por el arco del triunfo cualquier obligación moral de contribuir a que los servicios públicos funcionen (al menos con su aportación económica).

Hace unos días, un tipo que canta en muchos de los locales de moda de la Costa del Sol, al que conozco, se quejaba en su muro de Facebook de que lo había pescado la Inspección de Trabajo, con menos papeles que una liebre. Lo habían sancionado y tenía prohibido tocar, mientras no lo tuviese todo en regla. El tío no entendía nada, pero lo peor no era su actitud, sino la de muchos de sus amigos que, con mensajes de apoyo, se solidarizaban con él.

A quienes pagamos religiosamente, bien porque estemos convencidos de que hay que hacerlo, bien porque no nos queda otra, se nos pone cara de tontos al comprobar que no somos tantos los que estamos sacando a flote al país, mientras que son muchos los que viven de la economía sumergida, del "travail au noir" (que diría un francés).

Comentarios

Entradas populares de este blog

VOLVER

  Hace tiempo que me vi sorprendido por la inclusión en un grupo de Whatsapp. Un antiguo compañero lo había creado para convocarme a una quedada (con q que ya somos mayores para otro tipo de grafía). Trataba de juntar a todos los compañeros y compañeras de mi promoción de Magisterio en la especialidad de Francés. Paco, con minuciosidad y paciencia infinitas, fue localizando a todos y cada uno de los integrantes de aquella promoción, ayudado por la cierta facilidad que hoy proporciona Internet y sus redes sociales. Ya se sabe que el que no está en Internet no existe, como me gusta decir a mis alumnos. Al principio tomé la iniciativa con cierto escepticismo. He de reconocerlo. No sabía si Paco sería capaz de ponernos en órbita y en todo caso no tenía muy claro que me apeteciese echar una mirada tan atrás. Conforme los mensajes se fueron sucediendo en el grupo, fui sintiendo una enorme curiosidad por volver a ver a quienes habían sido compañeros y compañeras de años de estudio ...

DICEN QUE LA DISTANCIA ES EL OLVIDO

Cuando el Presidente Obama telefoneó a Zapatero para informarlo de que España llevaba tiempo dando la nota en los mercados financieros internacionales y para comunicarle las medidas de reducción del gasto que debía adoptar, si no quería sacar a nuestro país del euro y hundirlo en el fango de la ruina económica, yo ya me temí lo peor. Pensé en que seguramente se acordaría de los funcionarios, “que ganamos mucho y trabajamos poco”, pero eso no me importó demasiado porque los funcionarios llevamos varios lustros perdiendo poder adquisitivo de manera escandalosa y ya estamos acostumbrados a que la Hacienda Pública asalte nuestra cartera con el descaro de quien sabe que nuestra nómina es fija y además transparente, con lo que desvalijarla con cierta periodicidad se ha convertido ya en toda una rutina. No se me pasó por la cabeza que el socialismo gobernante se atreviese con la exigua cartilla de los pobres pensionistas, porque estoy convencido de que quienes han dado una parte de su vida en...

VIOLENCIA Y PARASITISMO EN LA ESCUELA

Cuando, hace treinta y seis años, yo empecé a trabajar había niños que no asistían a clase. Estaban matriculados, los teníamos en lista pero teníamos asumido que jamás aparecerían por el aula. Sus padres no valoraban la ecuación, no apreciaban el estudio, ni la formación y no los mandaban al colegio. Entonces el no asistir a clase no tenía consecuencias y se quedaban por la calle, cometiendo pequeños delitos o apedreando perros. Luego se impuso la asistencia obligatoria al colegio y no les quedó otra que entrar en las aulas, si no querían ver a sus padres sancionados. Hoy este tipo de alumnado, (también sus padres), sigue sin tener el más mínimo interés por la educación y el estudio, pero acude a clase porque necesita un certificado de asistencia para acceder a cualquier subsidio, ayuda o subvención, que pagamos religiosamente los contribuyentes. Capítulo aparte merecería la actuación de algunos Trabajadores Sociales, que adjudican las ayudas públicas, sin exigir contrapartid...