Veo a mucha gente sorprendida por el penúltimo escándalo de corrupción, habido en Valencia. Rajoy ha tenido que destituir al delegado del Gobierno, en esa comunidad, porque al parecer la Guardia Civil tiene pruebas de que metió la mano en la caja. A mí no me sorprende nada este asunto, ni los que irán saliendo en los próximos meses y en los próximos años.
Sin ánimo de molestar a nadie, he de decir que he conocido a muchísima gente a lo largo de mi vida. Hay gente que te apuñala a traición, que te niega, que te critica por la espalda, que te pone de todos los colores, que es hipócrita, que te da el parabién cuando la tienes delante y que te difama cuando te das la vuelta. Hay gente sin moral y sin ética, poco transparente, con muchos dobleces, con varios fondos y con una navaja en la liga. Hay gente inconsecuente y carente de honestidad. Los he conocido de todo tipo, a unos con alguno de esos defectos y a otros con casi todos.
Estas personas no son ni de izquierdas, ni de derechas, ni religiosos, ni ateos. Existen en todos los sectores de nuestra sociedad aunque en algunos, por el credo que profesan y defienden (léase dentro de la Iglesia Católica, a la que pertenezco), parece que estas actitudes deben ser mucho más impropias.
Tal vez yo haya tenido mala suerte, eso no lo sé, pero lo cierto es que me atrevería a afirmar que solamente un 20% (más o menos) de las personas que he conocido en mi vida son gente honesta e íntegra, sincera y transparente.
He de reconocer que tengo una especie de sexto sentido para dejar al descubierto a ese tipo de personas, por lo que sólo 4 ó 5 me la han llegado a pegar. Creo que es un número bajo.
Hay un 80%, sé que es alto el porcentaje, pero sólo es una estimación, de gente deshonesta y oscura, traidora y miserable. Si a ese tipo de gente se la coloca "donde aíga", mete la mano en el cajón y llega la corrupción y el engaño.
Por tanto no estoy sorprendido. Las detenciones de tantos y tan importantes cargos políticos lo único que hacen es avalar mi tesis.
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