Quejarse de que los inmigrantes duermen en la calle y cargar las tintas contra otros es relativamente sencillo, sobre todo cuando estamos calentitos, sentados ante un ordenador. Claro que en Úbeda hay salones parroquiales, polideportivos y otros locales pero, por poner un ejemplo, en el caso de un salón parroquial, ¿quién debería hacerse cargo del tema? ¿el cura?. No creo que una, dos o tres personas puedan controlar, (porque se necesita cierto control, de entradas, de salidas y para el respeto a las instalaciones) a un grupo numeroso de inmigrantes que quiere alojarse en ese lugar. Cuando los políticos forman parte del problema y no de la solución, lo correcto, lo decente, sería remangarse y ponerse manos a la obra y que 10 ó 15 ciudadanos se presentasen ante el responsable del local para decirle: "aquí estamos. Nosotros nos hacemos cargo de todo". Ante esa actitud es difícil obtener un NO por respuesta. Pero estamos mejor en casa, calentitos y "cibervociferando". ¿Alguien conoce bien el comedor de Cáritas? No tiene tantos voluntarios, muchos han de repetir, y la mayoría de esos voluntarios, como es el caso de mi suegra, son personas de avanzada edad que, más que otra cosa, aportan unas dosis enormes de solidaridad y de buena fe (nuestros mayores siempre dándonos ejemplo). Así que vamos a remangarnos y a actuar. Si encontramos un No como respuesta, llegará entonces la hora de indignarse y de protestar. Cargar las responsabilidades sobre otros y que nosotros no movamos un dedo, resulta bastante hipócrita (aunque quede progre).
Cuando el Presidente Obama telefoneó a Zapatero para informarlo de que España llevaba tiempo dando la nota en los mercados financieros internacionales y para comunicarle las medidas de reducción del gasto que debía adoptar, si no quería sacar a nuestro país del euro y hundirlo en el fango de la ruina económica, yo ya me temí lo peor. Pensé en que seguramente se acordaría de los funcionarios, “que ganamos mucho y trabajamos poco”, pero eso no me importó demasiado porque los funcionarios llevamos varios lustros perdiendo poder adquisitivo de manera escandalosa y ya estamos acostumbrados a que la Hacienda Pública asalte nuestra cartera con el descaro de quien sabe que nuestra nómina es fija y además transparente, con lo que desvalijarla con cierta periodicidad se ha convertido ya en toda una rutina. No se me pasó por la cabeza que el socialismo gobernante se atreviese con la exigua cartilla de los pobres pensionistas, porque estoy convencido de que quienes han dado una parte de su vida en...
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