Ir al contenido principal

HAY QUE REMANGARSE



Quejarse de que los inmigrantes duermen en la calle y cargar las tintas contra otros es relativamente sencillo, sobre todo cuando estamos calentitos, sentados ante un ordenador. Claro que en Úbeda hay salones parroquiales, polideportivos y otros locales pero, por poner un ejemplo, en el caso de un salón parroquial, ¿quién debería hacerse cargo del tema? ¿el cura?. No creo que una, dos o tres personas puedan controlar, (porque se necesita cierto control, de entradas, de salidas y para el respeto a las instalaciones) a un grupo numeroso de inmigrantes que quiere alojarse en ese lugar. Cuando los políticos forman parte del problema y no de la solución, lo correcto, lo decente, sería remangarse y ponerse manos a la obra y que 10 ó 15 ciudadanos se presentasen ante el responsable del local para decirle: "aquí estamos. Nosotros nos hacemos cargo de todo". Ante esa actitud es difícil obtener un NO por respuesta. Pero estamos mejor en casa, calentitos y "cibervociferando". ¿Alguien conoce bien el comedor de Cáritas? No tiene tantos voluntarios, muchos han de repetir, y la mayoría de esos voluntarios, como es el caso de mi suegra, son personas de avanzada edad que, más que otra cosa, aportan unas dosis enormes de solidaridad y de buena fe (nuestros mayores siempre dándonos ejemplo). Así que vamos a remangarnos y a actuar. Si encontramos un No como respuesta, llegará entonces la hora de indignarse y de protestar. Cargar las responsabilidades sobre otros y que nosotros no movamos un dedo, resulta bastante hipócrita (aunque quede progre).

Comentarios

Entradas populares de este blog

VOLVER

  Hace tiempo que me vi sorprendido por la inclusión en un grupo de Whatsapp. Un antiguo compañero lo había creado para convocarme a una quedada (con q que ya somos mayores para otro tipo de grafía). Trataba de juntar a todos los compañeros y compañeras de mi promoción de Magisterio en la especialidad de Francés. Paco, con minuciosidad y paciencia infinitas, fue localizando a todos y cada uno de los integrantes de aquella promoción, ayudado por la cierta facilidad que hoy proporciona Internet y sus redes sociales. Ya se sabe que el que no está en Internet no existe, como me gusta decir a mis alumnos. Al principio tomé la iniciativa con cierto escepticismo. He de reconocerlo. No sabía si Paco sería capaz de ponernos en órbita y en todo caso no tenía muy claro que me apeteciese echar una mirada tan atrás. Conforme los mensajes se fueron sucediendo en el grupo, fui sintiendo una enorme curiosidad por volver a ver a quienes habían sido compañeros y compañeras de años de estudio ...

DICEN QUE LA DISTANCIA ES EL OLVIDO

Cuando el Presidente Obama telefoneó a Zapatero para informarlo de que España llevaba tiempo dando la nota en los mercados financieros internacionales y para comunicarle las medidas de reducción del gasto que debía adoptar, si no quería sacar a nuestro país del euro y hundirlo en el fango de la ruina económica, yo ya me temí lo peor. Pensé en que seguramente se acordaría de los funcionarios, “que ganamos mucho y trabajamos poco”, pero eso no me importó demasiado porque los funcionarios llevamos varios lustros perdiendo poder adquisitivo de manera escandalosa y ya estamos acostumbrados a que la Hacienda Pública asalte nuestra cartera con el descaro de quien sabe que nuestra nómina es fija y además transparente, con lo que desvalijarla con cierta periodicidad se ha convertido ya en toda una rutina. No se me pasó por la cabeza que el socialismo gobernante se atreviese con la exigua cartilla de los pobres pensionistas, porque estoy convencido de que quienes han dado una parte de su vida en...

VIOLENCIA Y PARASITISMO EN LA ESCUELA

Cuando, hace treinta y seis años, yo empecé a trabajar había niños que no asistían a clase. Estaban matriculados, los teníamos en lista pero teníamos asumido que jamás aparecerían por el aula. Sus padres no valoraban la ecuación, no apreciaban el estudio, ni la formación y no los mandaban al colegio. Entonces el no asistir a clase no tenía consecuencias y se quedaban por la calle, cometiendo pequeños delitos o apedreando perros. Luego se impuso la asistencia obligatoria al colegio y no les quedó otra que entrar en las aulas, si no querían ver a sus padres sancionados. Hoy este tipo de alumnado, (también sus padres), sigue sin tener el más mínimo interés por la educación y el estudio, pero acude a clase porque necesita un certificado de asistencia para acceder a cualquier subsidio, ayuda o subvención, que pagamos religiosamente los contribuyentes. Capítulo aparte merecería la actuación de algunos Trabajadores Sociales, que adjudican las ayudas públicas, sin exigir contrapartid...